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Pendiente de oro blanco y turquesa

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La turquesa jugó un papel de gran importancia en civilizaciones antiguas como la egipcia, los persas, los mesopotámicos y los indios americanos. Era venerada como una piedra sagrada y preciosa, utilizada frecuentemente para joyería, amuletos y objetos rituales. Los egipcios incluso lo llamaban “medio de belleza” y adornaban con él tanto sus joyas como las tumbas de los faraones. En Asia Central, la turquesa se extrae y trabaja desde hace más de 3.000 años, en particular por los turcomanos, conocidos por sus creaciones de plata decoradas con esta piedra. Creían en su capacidad para proteger contra el mal de ojo y las influencias nocivas. Durante la Edad Media en Europa, la turquesa ganó popularidad y adornaba joyas de la nobleza, coronas reales y objetos religiosos. Se le atribuían poderes protectores contra accidentes y la capacidad de traer prosperidad. Esta piedra ha perdurado a lo largo de los siglos como símbolo de belleza, espiritualidad y protección.

Turquesas azules radiantes

La historia de la turquesa.

La turquesa era una piedra sagrada para muchas tribus nativas americanas, incluidos los navajos, hopi y zuni. Se utilizaba para elaborar collares, pulseras, aretes y otros objetos rituales. Incluso hoy en día, desempeña un papel importante en la artesanía de los nativos americanos. A principios del siglo XX, la turquesa experimentó un resurgimiento en popularidad gracias a famosos diseñadores de joyas, que incorporaron la piedra a sus creaciones. Se convirtió en un elemento clave del movimiento Art Déco. Hoy en día, la turquesa sigue siendo una piedra popular en joyería. A menudo se utiliza para crear joyas, anillos, collares, aretes e incluso piezas de joyería fina contemporáneos. La variedad de colores y patrones de la turquesa la convierten en una piedra popular para los diseñadores de todo el mundo.